sábado, 14 de septiembre de 2013

Un pueblito pintoresco

     Fue ese el término que por años se utilizó para definir  a Galipán, esto con la finalidad de describir un lugar en el que la pobreza y el atraso iban de la mano.

     Así pues, como todo inicio, para los primeros pobladores no fue nada sencillo, debido a que durante casi un siglo Galipán estuvo prácticamente incomunicado con los dos únicos grandes y cercanos centros civilizados; Caracas y La Guaira, cuya única vía de acceso estaba limitada al paso de bestias. No fue sino hasta mediados del siglo XX cuando esta tierra condenada a ser excluida de la modernización, comienza e ver señales del desarrollo a través de la construcción del ¨Complejo Turístico y Recreativo del Ávila¨ (Teleféricos y Hotel Humboldt). Gracias  a ello, llegaron los vehículos de doble tracción en merecida sustitución de las bestias y algunas novedades en aperos para la agricultura; es así el arado medieval se despide honrosamente. Además, aparecieron nuevas posibilidades para la construcción de viviendas, en las que el bloque comienza a sustituir al bahareque y algunos bombillos comenzaron a iluminar el futuro del poblado, a partir de la llegada de las plantas eléctricas. ¡Al fin estaba alcanzando el desarrollo a Galipán!

José Gregorio Romero


Una batalla bien fundamentada

     Algo que muchos desconocen, incluso siendo pobladores y nativos de esta tierra; son las vicisitudes a las que se tuvieron que enfrentar nuestros antepasados comenzando por los atropellos, presiones, provocaciones y  hasta humillaciones; todo con la finalidad de obligarlos a abandonar sus tierras.

     Para resumir un poco aquellos días tan difíciles, comienzo por decir que, Galipán soportó casi 25 años de un bloqueo establecido los  funcionarios gubernamentales, con la intención de obligar a sus habitantes para que abandonaran las tierras que por generaciones habían trabajado. Todo esto motivado a que en diciembre de 1958 se promulgó el decreto 473 que crea al Parque Nacional El Ávila y coloca a los galipaneros en situación de ciudadanos de segunda; negándoles así muchos de sus derechos.

     Este bloqueo consistió en establecer prohibiciones para la reparación y construcción de viviendas, para el transporte y uso de equipos modernos de agricultura, para la reparación de caminos vecinales; solicitud de permisos para entrar al parque (en igualdad de condiciones que los exigidos a los visitantes y excursionistas), revisiones y decomisos en alcabalas móviles de la G.N., limitación de la convivencia social con familiares y amigos no residentes en El Ávila, en virtud de las trabas que se le ponían a éstos para sus visitas al sector; impedimento de uso de combustibles necesarios para las plantas y los vehículos, desalojos arbitrarios que no cumplían con las normas legales, negativa para realizar actividades pecuarias y avícolas; y lo más grave fue el cierre de escuelas.

     El asedio contra Galipán solo pudo convencer a unos pocos pobladores de abandonar sus tierras y recibir de Inparques el pago por sus bienhechurías; el cual se efectuaba con ¨bonos de la deuda agraria¨ y un pequeño porcentaje e n efectivo. Lo que trajo como consecuencia, que esas personas que se sometieron a dichas negociaciones terminaron como buhoneros y desempleados pasando a engrosar el censo de habitantes de los barrios de Caracas.


     Ya hacia el año 1973, a pesar de que se mantenía la actitud oficial en contra de Galipán, bajo el Gobierno del Dr. Rafael Caldera, fue instalada la red eléctrica en la zona; pero en 1977 como expresión inequívoca de la persistencia gubernamental en su empeño por desalojar a los galipaneros, una comisión de la Guardia Nacional, al mando del Teniente Sandoval del destacamento 56 de Cotiza, acompañado por una cuadrilla de trabajadores de Inparques, proceden a demoler casas sin previo aviso y sin ninguna orden judicial, esto ante la presencia de las familias. Todo esto con la excusa de que dichas casas eran ilegales debido a que estaban construidas en el Parque Nacional, sin embargo, éstas solo estaban siendo reconstruidas en el mismo lugar donde habían estado desde antes de promulgarse el decreto 473; y que además, era sumamente necesario sustituir las viejas construcciones, las cuales estaban cediendo a las inclemencias del tiempo y por la calidad de los materiales utilizados inicialmente, como el zinc y el bahareque.  




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